María Aurora Abarca emprendió su viaje al cielo el 15 de enero de 2022. Acababa de cumplir 80 años.
Durante más de una década luchó contra la enfermedad de Parkinson. En los últimos años apenas podía hablar, abrir los ojos, andar, comer o valerse por sí misma.
No se quejaba. Realizaba sus ejercicios diarios con una fuerza de voluntad férrea.
Tampoco se escondía. Decoraba su andador con flores y paseaba todos los días por la calle. Siempre fue una mujer guapa y elegante, y su belleza y elegancia se agigantaron cuando su cuerpo dejó de estar a la altura de su alma.
Vivía para los demás. Nunca dejó de ser el motor de su familia. Su marido y sus seis hijos fueron el centro de su vida, y siempre encontró tiempo y buen ánimo para ayudar a otras personas.
Fue catequista de niños durante muchos años, voluntaria en asociaciones pro-vida y colaboradora en otras organizaciones como el Cottolengo de Valencia.
Era una persona inquieta y emprendedora. Se interesó por la creación de empresas, el mundo de la moda, la encuadernación, la cocina y la pintura entre otras cosas. Le gustaban las flores y la jardinería.
Cuidó su alma. Conservó el candor de la infancia. Era católica practicante. En sus últimos años estudió en profundidad los mensajes de la Virgen de Medjugorje, que le ayudaron a mantener la fortaleza espiritual y la frecuencia sacramental.
Tenía una devoción especial al Sagrado Corazón de Jesús, así como a la Virgen María, san Juan Pablo II, santa Teresita de Lisieux, san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús y el padre Slavko Barbaric.
Por medio de esta iniciativa algunos miembros de la familia de María Aurora queremos mantener su memoria realizando algunas cosas que creemos le gustarán desde el cielo.